viernes, 7 de marzo de 2014

Un regalo que quiero compartir de mi amiga G.U



Dedicado a una gran mujer, a tí.


Caminaba rozando a cada paso las semillas que había sembrado a lo largo de su vida. 
 
Se le dibujaba una sonrisa con cada susurro que le venía a la mente de las experiencias vividas y nunca podía olvidar lo que la había llevado a aquel lugar, a aquel momento, a aquellas circunstancias, momentos duros y felices que le habían acompañado a lo largo de su viaje. 
Soñaba, todavía, con la esencia de lo que estaba por llegar y por mucho que se alejara de sus metas, siempre había una nueva propuesta para inventar que la llenara de gozo, de ilusión, de vida. 
 
A veces, se desprendía de sí misma, y hubiera querido ser otra, en otro cuerpo, en otra mente, en otro lugar, tal y como nos ha pasado a todos en algún momento de nuestras vidas, pero por mucho que se torcieran los entramados que nos da el camino, resurgía de sus propias cenizas y se reinventaba hasta llegar a ser lo que ni ella misma creía, la perfección hecha mujer, de carne y hueso, de sentimientos a flor de piel y de fuerza hecha coraje, de instinto de supervivencia y profesionalidad en todas las facetas que emprendía, de amor y de comprensión hacía los suyos, de alabanzas a los que apreciaba, de sabiduría, de saber estar y estar en cada momento.
 
Sí, esa era ella, con su mirada profunda que desprendía sinceridad, su sonrisa ajena a las tristezas, aunque las hubiera, y su pelo corto al natural que le daba un aire desenfadado y atractivo, ella, la que seguía y sigue caminando segura por las andanzas caprichosas de su destino hacía un universo desconocido lleno de esperanzas y nuevas aventuras, ella, Maria Nieves Gómez Crespillo.   

Gracias

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