OTRA VEZ SÁBADO
Hace unos días revolviendo libros en una
librería - en busca de uno que no encontré- me tropecé con un pequeño
librito que puede considerarse de viajes, aunque en realidad, su mensaje
es muy otro. Se trata de las experiencias de una afortunada mujer que
ha dedicado gran parte de su vida a viajar, no para conocer otras
culturas o ver paisajes diferentes, o cualquier otra cosa que sea lo que
nos motiva a emprender viajes. En el caso de esta mujer lo que la ha motivado,
según nos cuenta, ha sido llenar una caja de recuerdos de los que
disfrutar cuando la vida la detenga. Nos cuenta que, con la caja ya bien
llena, un día haciendo repaso, encontró su colección tan hermosa, que
decidió compartirla y se puso a describirnos lo que, para ella, había
encontrado por el mundo digno de ser guardado en su preciosa caja.
Esto, conscientemente o no, en definitiva lo hacemos casi todas las
personas. Mientras ojeaba el librito me sorprendí haciendo inventario de
mi colección de recuerdos, que no sólo para una caja, dan para un baúl,
y también descubrí que en mi caso, tengo guardados
recuerdos de experiencias vistas y vividas, y además tengo una colección
muy importante y que quizá se pueda catalogar de capítulo
independiente, de sueños, sueños, no realidades, sueños que nunca han
sido y que lo más probable, nunca serán, pero como son pasados, pero no
olvidados, tienen su lugar en el baúl y son tan hermosos, que bien vale
la pena volver de cuando en cuando a ellos, como si de un cuadro único
se tratara, colgado en las paredes de un museo y al que periódicamente
le hacemos una visita.
Y otra colección, que es una joya, de
sonrisas. Sonrisas puestas en rostros queridos y otras en caras
desconocidas, a las que por alguna circunstancia fortuita, he sido capaz
de proporcionar un fugaz segundo de felicidad o agradecimiento.
Sonrisas infantiles de esperanza, de triunfo, de complicidad, que a mí
me hacen sentir la alegría de estar viva.
Sonrisas amigas de ánimo, de fraternidad, simplemente de presencia.
Y otra pequeña colección, quizá la más valiosa por escasa, de silencios
compartidos, de esos silencios tan completos en los que sobran las
palabras.
Pero y sobre todo, tengo en la parte de arriba del baúl,
mi colección de proyectos. En estos me detengo cada día, por eso los
tengo siempre a mano, para pulirlos, agregar alguna novedad y en alguno
de ellos -los menos- en vez de poner, quitar. Que a veces, menos puede
ser más.
4 de abril de 2015
Concha Kartio
No hay comentarios:
Publicar un comentario