OTRA VEZ SÁBADO- De nuestra compañera Concha Belmonte.
Estoy
desde muy temprano intentando centrarme en qué voy a compartir hoy con
las personas con las que me relaciono a través de Facebook, pero me
llegan, abrumadoramente, las noticias sobre la tragedia de Lampedusa, y
es muy difícil centrarse en nada ante la espantosa realidad a la que
este hecho nos obliga a enfrentarnos. Las autoridades italianas acuden
solidariamente a rescatar muertos y ofrecerles sepultura, y como se
encuentran desbordadas, intentan pasarle el problema a Europa. Europa si
es que acude, acudirá probablemente a blindar sus fronteras, y
entretanto, ¿Quién mira a África?. Un continente con un enorme potencial
en recursos materiales y en el que sus habitantes viven de continuo en
un estado tal de desesperación, que no les importa ir hacia la muerte y,
como mal menor a la repatriación, arrastrando en esta aventura, que por
añadidura les resulta también económicamente muy cara, a su infancia,
en la ilusoria idea de proporcionarles un mejor futuro. Lo de Lampedusa
es una gota de agua en el terrible océano de África, y tengo la
descorazonadora impresión de que los árboles, por la circunstancia que
sea, no dejan ver el bosque. En tanto quien tenga capacidad de
influenciar en la solución, no entienda que ésta no pasa por blindar
fronteras, sino por ayudar a que esa desgraciadísima población quiera
quedarse en su tierra y vivir en ella una vida digna, esto no va a tener
arreglo.
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