domingo, 7 de junio de 2015

OTRA VEZ SÁBADO

OTRA VEZ SÁBADO

Esta mañana, como muchas otras, he amanecido con la melancolía de mirar el mundo y reconocer que no me gusta lo que veo.
Tenía pensado hablar de lo malos que son los excesos del tipo que sean. Por suerte para mí, antes de ponerme a escribir me he encontrado con el amanecer deAdela Marcos A, que es algo que indefectiblemente me alegra el ánimo, lo que supone que sigo en la idea de lo malos que son los excesos, únicamente que se me ha dulcificado ligeramente la visión del peligro de entregarse al exceso.
Cometemos excesos en el uso de casi todo lo que tenemos al alcance de nuestras manos, de nuestro entendimiento -o falta de él-, de nuestras tendencias, de nuestras adhesiones o rechazos, de nuestros deseos leves o intensos, y hasta si me apuro, en el uso de nuestra capacidad de amar.
Tenemos recién pasadas unas elecciones en las que la democracia nos ha permitido decidir cómo queremos ser gobernados, aunque sea nada más -nada más?- que a nivel local y autonómico. Pues bien, estoy hecha un lío y conmigo mucha gente, porque, se puede saber qué hemos decidido?. Ni idea; aún no han terminado los tejemanejes posteriores, que en mi modesta opinión son un exceso, y a estas alturas no sabemos, al menos yo no, quien va a ser por fin el o la que haya de regir nuestros destinos más cercanos, y los tenga en sus manos por un período de tiempo, que a unos parecerá muy largo y a otros muy corto. Otro exceso que no debiéramos padecer es que las personas que aspiran a gobernarnos se pasen mucho más tiempo en hacernos ver lo malísima que es la oposición, que en convencernos de las bondades que quieren aportarnos si les damos nuestra confianza.
Tenemos por desgracia la amenaza terrible de la radicalidad más absoluta de las creencias religiosas, o de la interpretación que hacen de ellas seres humanos que de seres humanos sólo tienen la apariencia física. Y esto no es que sea un exceso, esto es la más terrible de las aberraciones, cometidas, prácticamente en la más absoluta impunidad, por grupos minoritarios, padecidas indefectiblemente por grupos numerosos de los seres más vulnerables de la sociedad, principalmente mujeres, infancia, ancianidad, y comtempladas pasivamente por el resto del mundo.
Tenemos exceso, por un lado de el uso y por otro del desconocimiento y el miedo de usar las NNTT. Esto que lo diga yo, que me paso la vida intentando convencer a la gente de la conveniencia de aprender a usar las herramientas que los avances de la Tecnología pone a nuestra disposición para mejorar nuestra comunicación con nuestro entorno más inmediato y también recibir noticias de los lugares más remotos, hasta hace nada impensables, pues para quienes los usan se está convirtiendo en un exceso, mientras que para quienes no los usan, el exceso es precisamente no usarlos. Y los dos excesos son igualmente indeseables. Como ejemplo práctico de estos excesos que podemos resumir en uno, anoche tuve una cena familiar, vamos mi tribu más cercana, pues de una cierta edad para abajo, en una mano el tenedor y en la otra el móvil, las mayores mirando aburridas y con gana de acabar la noche, y es que para sentirse aislada, nada mejor que estar sola de verdad.
Y tenemos por último el uso que hacemos de nuestra capacidad de amar, y esto que en principio puede no parecer un exceso, y si no, cuántas veces se nos ha dicho y nos ha parecido muy bien: ama sin medida. Pues no, miren por dónde amar sin medida, como todo en este mundo, puede tener funestas consecuencias tanto para a quien se ama, como para quien ama. Aquí el exceso consista, sobre todo en esos amores en los que sólo caben dos, es poner las expectativas a un nivel, que quizá la otra parte valoró de forma distinta. pero por la causa que sea, el exceso de amor es un peligro de muerte de algo y hay que no cometer excesos que maten.


CONCHA KARTIO--
Publicado y difundido mediante la pa´gina de FACEBOOK el día 6 de junio de 2015

No hay comentarios: